Experiencia perfumada de vino

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En la tarde del pasado viernes tuvimos la oportunidad de disfrutar de una «Experiencia perfumada de vino», como lo lees, descubrir uno a uno los aromas, de dónde provienen y cómo podemos catarlos en el vino a través de nuestro olfato, ¿interesante?

Un año más acompañados de Isabel Guerrero, química especializada en cosmética, aromaterapia y perfumes, aprendemos la sinfonía del vino.

A través de un juego para los sentidos aprendemos aromas, reeducamos nuestra memoria olfativa recordándole aquellos aromas que conoce pero que llegado el momento nos cuesta decir cuales son.

Atrapamos el olor. Tenemos grabado el olor en nuestra memoria olfativa, pero no sabemos identificarlo con su nombre.

El juego consiste en oler 21 aromas e identificar a que familia pertenecen: florales, frutales, especias e identificar el nombre de cada uno de ellos, primero de manera individual y luego en grupo.

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Y os preguntaréis, que tiene que ver esto con el mundo del vino, pues bien, resulta que esos aromas que percibimos cuando acercamos una copa de vino a nuestra nariz son aromas que se trasmiten por el tipo de uva con la que elaboramos o por el tueste de la madera de la barrica en la que hemos criado el vino.

Las moléculas que se rompen en la elaboración liberan los aromas de la uva, por lo que según los aromas que encontremos en el vino podemos saber ya con qué tipo de uva están elaborados. Esto no es sencillo porque hasta la fecha se han identificado más de 800 aromas en la elaboración de los vinos.

Por ejemplo la garnacha tinta nos aporta aromas a especiados a regaliz y anís, notas frutales como la grosella o la frambuesa. La variedad graciano es más dulce y aunque en un principio evaporan aromas más frutales suele evolucionar a aromas más balsámicos como el cuero, el cacao…

En blancos, la uva malvasía (utilizada por nuestras tierras) aporta aromas a manzana, pera, melón, melocotón y algo herbáceos.

Pero no sólo la uva aporta aromas al vino en su elaboración, las barricas juegan un papel muy importante, las barricas de roble francés aportan matices a pimienta y en roble americano más avainillados o a toffee (caramelos de café de esos que nos daban los abuelos).

Si hueles un vino y enseguida salivas es por que sus aromas son afrutados.

Y como no, tras la lección bien aprendida, damos paso a la cata de 3 vinos: rosado, blanco y tinto (Reserva 2008) de Bodegas Valenciso, con los que ponemos de manifiesto si hemos atendido durante las explicaciones de Isabel y si sabemos ya identificar todos esos aromas que acabamos de retener en nuestra memoria olfativa.

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Se nos acaba el mes de agosto, pero en septiembre las Experiencias Valenciso continúan.

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